Las brujas de Zagarramurdi (Álex de la Iglesia) | Reseña
- Andrés Felipe Herrera
- 7 oct 2020
- 3 Min. de lectura

Humor negro, tragicomedia, misticismo, reinos sobrenaturales, o como se anuncia El día de la Bestia, comedia de acción "satánica". Álex de la Iglesia ha edificado una impronta personal, desquiciada, macabra y divertida a un solo tiempo. De su prolífico trabajo, hace años tenía en mi lista de pendientes Las Brujas de Zagarramurdi (2013), película que paradójicamente fue estrenada en la sección Mignight Madness del Festival de Toronto de 2013 y que además de una recepción favorable, le confirió múltiples premios Goya en España.
La historia de una banda de asaltantes que termina atrayendo el interés de un aquelarre por la carga negativa de su motín lo mantiene irremediablemente aferrado a su silla hasta el final. Es un terror que se desgaja a tajos con las situaciones festivas que mantienen la película en un plano real, humano, a pesar de esa atmósfera oscura que invade la película cuando la acción se empieza a llevar en Zagarramurdi.
Los microrrelatos van tejiendo una madeja que desemboca en una noche esperpéntica, llena de criaturas y efectos fantásticos muy al estilo de De la Iglesia. La peculiaridad de cada personaje tiene necesariamente que intrincarse con las demás al compartir la huida hacia Francia, donde los espera Disney World. Las complicidades se verán enfrentadas a un horror que los sobrepasa y los hace replantear sus vidas.
Las Brujas de Zagarramurdi nos cuestiona sobre las fronteras de lo que es verídico, para terminar aceptando que podemos hacer parte de un juego místico. Además, su credibilidad la robustece un evento histórico (el acto de fe de las Brujas de Zagarramurdi en la edad media por la Inquisición) aunque en esta ocasión no serán propiamente las víctimas, como tampoco los maleantes serán los victimarios. En cualquier caso, personajes y espectadores tendrán que replantear todo aquello que consideran natural.
Esto en parte gracias al excelente trabajo de fotografía, incluido el maquillaje, los vestuarios, las locaciones, los efectos especiales, el biotipo de los actores y de las actrices y su talento actoral, del que quiero resaltar el de Gabriel Delgado, el niño integrante de la banda que termina siendo el punto de fuga del ambiente lóbrego que impregna la película. Todo soportado por un un guion excelente que desde la primera línea desafía al público.
Las brujas son un chivo expiatorio para retratar con gracia los estereotipos creados del hombre y la mujer, su relación, los géneros e incluso los estudios de género que se manifiestan constantemente a lo largo de la película; todo velado por un humor exquisito, cáustico, un manejo de la ironía del que De la Iglesia es un experto y que no para de producir gracia incluso en los momentos más lúgubres.
El final es un poco sacado de los cabellos y me parece que abusa de la creación fantasiosa, aunque sea más un apéndice de una historia bien elaborada y creíble, una que nos emparenta con nuestra versión más truculenta y que el guión elocuentemente resume "a mí las brujas no me dan miedo, a mí lo que me da miedo son los hijos de puta".
Las películas "de la Iglesia" son la clase de películas que genera adeptos particulares, cine que me atrevería a llamar de culto. Su habilidad para juntar simultáneamente elementos
dispares termina por retratar obras grotescas, anormales, películas que terminan enganchadas a mentes en las que hay gustos compartidos. Si el sarcasmo, la ironía, el humor negro o un ínfimo gusto por el horror y lo desconocido llaman su atención, no va a resistirse a devorar todas las películas del español.
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